miércoles, 10 de abril de 2013

LOS VISITANTES, parte 2


El Guppy Demente.


Perla ya había dejado atrás al novio de la discordia; estaba casada con otro y tenía un hijo de dos años, así que no había nada que aclarar, ni perdonar… ni lo hubo nunca.

Viviana era huérfana, y no pudo tener hijos, por lo que Perla era lo más cercano que tenía a una familia, y se sentía profundamente aliviada por tenerla una vez más en su vida. Mientras recapitulaban todo lo ocurrido durante su distanciamiento, Perla notó a través de la enorme pecera del tamaño de la pared que uno de los peces de Viviana daba vueltas en su propio eje sin cesar. Beaty, el guppy, ya tenía unos días enfermo. En la veterinaria le aseguraron a Viviana que era la calidad del agua, tal vez el PH, pero a pesar de que ella siguió el procedimiento que le indicaron, Beaty empeoró.  

Perla y Viviana observaron al animal, mientras expiraba en el fondo del acuario. Los demás peces danzaron en círculos y se acostaron cerca de él, tal como habían hecho para despedir a Pacino. Era posible que estuvieran enfermos de lo mismo.

Viviana, por supuesto, no relacionó la muerte de sus mascotas con la extraña visita del agradable señor japonés, ni con la del segundo personaje que apareció después de lanzar a Beaty al excusado. Al igual que su predecesor, este hombre nunca pronunció palabra, pero no inspiraba la misma serenidad. Sus colosales pupilas azules, tan asombradas como asombrosas, eran dos discos fijos que reflejaban, por el contrario, una locura desaforada. Viviana retrocedió tras abrirle la puerta. El sujeto era muy flaco, casi podría decirse que se moría de hambre, tenía la barbilla larga y la cabeza y el bigote afeitados. Para acabalar su apariencia psicótica, llevaba un traje de corte desigual, con olanes carnavalescos en rayas y motas en azul y rojo encendido. El loco le recordaba a alguien o algo más, pero Viviana no pudo detenerse a pensarlo, porque el tipo empezó casi de inmediato a perseguirla por toda la casa, con la clara intención de  morderla.

Por fin, la alcanzó, y le dio un señor mordisco en el brazo. Por reflejo, Viviana lo lanzó por las escaleras. Tras rodar unos diez escalones, el fulano se levantó como si nada, sonrió guasonamente, y se marchó. Después de recuperar el aliento, Viviana sintió un dolor intenso y descubrió que la herida en su brazo se veía
grave, y la sangre no paraba de fluir, por lo que acudió al médico. 

Al parecer, la sangre de Viviana no coagulaba, por lo que el doctor consideró pertinente hacerle unos análisis. Viviana se había sentido muy débil y sangraba de vez en cuando por la nariz, pero ella siempre había sido muy enfermiza y estaba acostumbrada a ignorar sus problemas físicos, segura de que a nadie le interesaba. El médico se preocupó más.

Mientras la malhumorada enfermera la asistía, Viviana se entretuvo en recordar que Beaty le había mordido la aleta a Streep en una ocasión, y se portaba tan inquieto que lo había tenido que aislar de los demás. También pensó que el traje y los enormes ojos sin parpadear del loco que la mordió se parecían al cuerpo y la mirada de Beaty, pero juzgó esas coincidencias como irreales. 

Cuando fue a recoger los resultados, le pidió a Perla que la acompañara. Viviana entró al baño casi al llegar al consultorio, y Perla le pidió al médico que le revelara el diagnóstico antes del regreso de su amiga.  Se llevó la mano al rostro al saber que Viviana moriría pronto…

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