A veces es bueno y a veces es cruel. Es bueno cuando se queda detrás de
la puerta y vigila con sus ojos enormes que todo esté en orden, porque todos
tenemos una tarea que debemos cumplir. Él se encarga de asegurarse de que yo no me
siente nunca, porque mi deber es trabajar. Si me canso y me detengo, su
obligación es evitarlo.
Estoy aquí porque quiero llevarme
a mi hermana Dolores a casa. La extraño mucho, es tan dulce y serena, y no me
molestan los disparates que dice o hace, estoy acostumbrada. Asimismo, me siento
culpable de que permanezca internada. Siento que la abandoné, y eso no le
hubiera gustado a papi. A él también lo extraño, pero la muerte no nos regresa
a nadie. En cambio, Lolita sigue viva.
Es cruel cuando se pone el abrigo amarillo y me asegura que soy una
máquina. Dice que yo no me llamo Lola, y que no escuche a las personas que me
llaman así. Yo le obedezco, porque me da mucho miedo el color amarillo, y no
volteo cuando me dicen: "Oye, Lola". Entonces el Señor Estopadisco se
calma y se quita el abrigo y se pone a cantar con su garganta de fibra. Siempre
canta do-fa-mi-sol-si si-re-do-fa-la y eso me gusta... ¡sí soy una máquina! ¡Me
gusta la música para motores!
Lola no tenía signos de
desequilibrio... quiero decir, no tan evidentes. Lo que siempre tuvo fue la obsesión
por mantenerse ocupada. Presionaba a papi para que la pusiera en clases de
todo. Él no tenía mucho dinero, pero le gustaba que fuera tan trabajadora y
estudiosa. Me la empezó a poner de ejemplo y se volvió más estricto. Se las
ingeniaba para inscribirla en cursos de natación, de cocina, de gimnasia, de
fútbol, manualidades, lo que fuera, y yo también me veía forzada a tomar varios.
Sin querer, papi incentivó su trastorno.
Y también sé que soy una máquina, porque hago cosas sin cesar y porque
no me gustan los humanos. A los humanos tampoco les gustamos la gente-máquina,
nos ven como algo raro porque no nos comportamos como ellos, y les da recelo.
Pero no saben que así es como las cosas deben ser. los ojos del Señor
Estopadisco tienen cámaras que transmiten en el cuartel del vigilante superior,
y si el asunto no marcha bien, habrá represalias.
El Señor Estopadisco era un
muñeco que construímos con la estopa aceitosa del taller mecánico de papi, una
patineta para trasladarlo y dos discos de vinilo de Julio Iglesias como ojos. Lo
vestimos con un abrigo viejo y le agregamos otros detalles con botones, pintura
y trozos de juguetes rotos. A veces me
siento culpable por haber hecho aquel adefesio jorobado, y seguirle la
corriente a Lola de hablar con él, pero era un juego infantil, ¿cómo podía
saber..?
Hay sangre en todos los pisos, porque los humanos también se tienen
miedo entre sí. El miedo vuelve locas a las personas, y entonces matan. El
color amarillo también mata. Si lo miramos mucho tiempo, dan náuseas, ciega y
luego nos morimos. No lo vaya usted a intentar. Por supuesto, nada es más
mortal que la locura colectiva…
Uno de los problemas es el miedo.
No el suyo, sino el de los demás a enfrentar el universo absurdo en que vive...
y el mío. A veces siento que también voy a perder la razón, que estoy en la
orilla de ese precipicio y es apenas un hilo de voluntad el que me detiene. Sufro
de depresión desde que asaltaron a papi y lo mataron. Otro problema es que Lola
en ocasiones tiene un cierto contacto con la realidad que la angustia mucho, y
ve las caras de asombro o asco ante sus alucinaciones y la hacen sentir
inadecuada. En cambio, en su delirio es feliz.
No es normal para ellos, lo sé. A veces me doy cuenta de que no, y me
duele no poder ser así, sentarme y trabajar sólo de vez en cuando, y que el
Señor Estopadisco no exista más que en el pasado. Pero es que yo lo veo, yo sé
que está allí. Y también veo otras cosas que sé que sí están allí…. Oiga… ¿a
qué hora viene papi por mí?
Siento haberles hecho perder su
tiempo. Creo que fui egoísta al querer llevármela. Aquí en el hospital hay
jardines, y en mi casa estaría encerrada entre cuatro paredes, sin sus compañeros
de pabellón que no ven nada inusual en su comportamiento. No estoy de acuerdo con
ustedes en que ella no esté lista para salir, pero sí estoy segura de que el
mundo no está listo para acogerla.
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