Morek
Un búho telepático llamado Morek vivía en lo más alto del monte Cuarzo en el dodecaedro uno. Lo aislado de su domicilio se debía
a que era el ser más hostigado por la opinión pública. Por un lado, lo
apreciaban porque ofrecía el servicio de enviar mensajes directo a la
mente de las personas, por una cuantiosa suma, cuando era imposible comunicarse
con ellos por los medios habituales, pero también lo odiaban, además de por sus
precios, porque cualquier mensaje que transmitía, fuera lo que fuera, terminaba
hiriendo la susceptibilidad de alguien.
La mayoría de las misivas que le encargaban a Morek
eran quejas, amenazas e insultos, que iban desde "¿Por qué no fuiste a mi
fiesta de cumpleaños?" hasta "Te mataré cuando menos lo
esperes". Mónica, que era la líder de la hermandad secreta de anarquistas,
había recibido muchos como el último. Ella y su equipo creciente tenían un
ambicioso proyecto de rebelión, y su primer paso era raptar a Morek,
convencidos de que estaba al servicio exclusivo de los poderosos de Edrópoli, y
obligarlo a trabajar para el pueblo de forma gratuita.
Morek convivía exclusivamente con un selecto grupo
de celebridades e intelectuales y con las marmotas del bosque del dodecaedro
dieciocho, a las que apodaban "las fumamotas", por obvias razones.
Acceder a su reducido círculo parecía una tarea difícil, pero idearon la Operación
Red, una estrategia para ir de contacto en contacto hasta Morek. Enri, el
extrovertido tío de Mónica, era el contacto cero ideal. Después de casi
un año, logró hacerse amigo de Clarisa Arista en la universidad. Los Arista no
eran la clase de ricos que socializan demasiado, sino de los que se encierran
en una oficina para generar montones de dinero, que luego no disfrutan mucho
por estar encerrados en una oficina, y así hasta el infinito. Sin embargo, Clarisa invitó a Enri al
cumpleaños de su hermano Luis, y allí estaba el contacto dos, que en
realidad formaba parte de la lista de individuos para contacto tres:
Afrah, la hija de los dueños de toda el agua potable de Edrópoli. Si Enri
conseguía frecuentarla, el plan se aceleraría. Usó con éxito sus encantos
masculinos para atraerla, pero resultó que los Arista también esperaban esa
clase de acercamiento con Luis, el cual a partir de entonces no dejó de
vigilarlo. Por fin, Enri se le escabulló, y entró a un vestidor a cometer la imprudencia de hablar por
intercomunicador con Rodrigo, su otro sobrino.
— ¿Puedes
creer que el dandy estúpido del hermano de Clarisa no me permite
acercarme a nuestro siguiente contacto? Y no sabes lo importante que es.
—¿Y
luego? ¿Yo qué?
— No sé
cómo ser discreto, tú si eres bueno para eso, dame algún consejo para...
Vislumbró una sombra cerca de la puerta. Era Luis. Trató de escabullirse, pero Enri lo
interceptó. En confidencia, Clarisa le había contado a Enri que encontró a Luis
robando un cheque del escritorio de su otro hermano, Jesús. Enri usó esta
información para amenazar a Luis si se atrevía a decirle a alguien lo que
escuchó. Luis no abrió la boca, pero Enri se convirtió a partir de entonces en
persona non grata para los Arista.
Por lo visto, tendrían que comenzar la Operación
Red de nueva cuenta, pero algo inesperado sucedió. Clarisa se enamoró de
David, el padre de Mónica, y decidieron casarse. David era dueño del bar
bohemio Prisma y desconocía que sus hijos y hermano insistían en no cerrarlo,
aunque estaba en bancarrota, porque usaban el establecimiento para sus
reuniones clandestinas.
En una de ellas, una noche lluviosa, revisaban los
nombres de los invitados a la boda, para ver si entre ellos estaba alguno de
los personajes clave que tenían listados, y si no, para inducir a Clarisa para
que invitara a Afrah. En ese momento, en la puerta del bar Prisma se escuchó un
suave golpeteo. Rodrigo se asomó por la ventana antes de abrir. Mojado, pequeño y
sereno, allí estaba, sin hacerse acompañar de nadie, el mismísimo Morek.
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